DONDE HABITE EL OLVIDO











La Memoria es uno de los fenómenos psicológicos que más me fascina.

Supongo que la utilidad práctica de tener memoria es la de aprender y por lo tanto la de que esa personalidad que nos es medio desvelada al nacer se nutra de recuerdos y que nuestros recuerdos y sólo los nuestros, hagan que seamos nuestro nombre y apellidos.

Cuando me imagino cómo será la memoria (en ese afán de ponerle a todo lo que no lo tiene una imagen) me imagíno una especie de habitáculo con pequeños cajones, cada uno con una etiqueta. Cuando entras en la estancia ves un orden bibliotecario, pero lo que se ve a simple vista es un parte mínima de un recinto infinito bajo tierra.
Al abrir uno de esos cajones aveces tomas el contenido, lo cierras, te vas, lo usas y luego vuelves a guardar un nuevo recuerdo en el correspondiente cajón. Pero a veces lo abres y te cuelas dentro, en un laberinto.

Aunque tras unos esquemas comunes, nadie recuerda la misma cosa del mismo modo. Nuestros recuerdos son las huellas dactilares de nuestro pensamiento y a veces creo que aún más lo son nuestros olvidos. La extraña comprensión de donde habita el olvido.

Hay muchas enfermedades de la memoria que nos hablan de su funcionamiento. La amnesia retrógada nos insta a creer que existe una memoria a corto plazo y otra a largo plazo vinculadas pero independientes. Una lista de la compra permanece lo suficiente ( a veces ni lo suficiente) en la memoria a corto plazo y luego puff...se desvanece para hacerle sitio a otra cosa. Y a veces información aparentemente vaga: un gesto, un olor... no desaparece y se nos cuela dentro para siempre en algún lugar del recuerso. Y otras veces la información clave se nos pierde dentro, en algún lugar de nuestro olvido, cuestión de salud y personalidad.

Ya se sabe que las madejas y los laberintos se llevan bien y que al tirar de un pequeño recuerdo salen a la luz otros tantos que parecían olvidados.

Sé que podría vivir sin recuerdos, pero la verdad es que no quiero. Estamos hechos de tiempo y por lo tanto de recuerdos.

Gracias a los que quieren compartir sus recuerdos conmigo y dejarme que pase a los míos un poco de los suyos.